
Ana Beatriz Tello El sentir de Gea
“Mientras el país se desangra funcionarios gastarán millones en París para hablar del cambio climático” ¿y qué sigue después de hablar y hablar?
Innegable que somos parte del calentamiento global y sobre todo porque nuestro estilo de vida, costumbres y acciones contribuyen a emitir más dióxido de carbono y arrasamos con las plantas que generan oxígeno.
En los últimos 50 años pasamos de tener 72 mil 955 kilómetros cuadrados, con árboles que producían oxígeno a tener solo un poco más de 21 mil kilómetros cuadrados de bosque, en su mayoría se quemó a lo salvaje. Los bosques juegan un rol fundamental para la producción de oxígeno y absorción de dióxido de carbono.
Para afrontar el fenómeno del cambio climático es necesario tomar medidas urgentes y contundentes a nivel nacional. Las autoridades deben acercarse a las comunidades y en conjunto generar soluciones.
En contraposición a lo anterior, vemos a las cabezas del sector ambiental balbuceando discursos incoherentes sobre el cambio climático, entretenidos, empacando maletas para zarpar hacia la Cumbre de Climático a celebrarse en París este diciembre.
Comisión integrada por funcionarios que dudo pasen del 14 a las 14 ocupando sus actuales puestos. Comisión que planea ir a París y cacarear dentro de los logros del país la promulgación de la “Ley Marco para Regular la Reducción de la Vulnerabilidad, la Adaptación Obligatoria ante los Efectos del Cambio Climático y la Mitigación de Gases de Efecto Invernadero”.
Pregunto a 2 años de su promulgación ¿incidió en algo? ¿en dónde están los logros? ¿Cuál es la cartera de negocios o proyectos exitosos? ¿Qué beneficios tuvimos los guatemaltecos? Nada de nada.
Con resultados invisibles más que los quintales de hojas que contienen planes, programas y los miles de quetzales gastados en viajes, para que las delegaciones guatemaltecas asistan a las Cumbres Ambientales. El pueblo demanda resultados. Demanda acciones aquí NO discursos allá.
Las autoridades de turno no deben promover y adoptar soluciones falsas, peligrosas y a corto plazo, por el simple hecho de traer de París algo que respalde su colazo.