
Justa de Monney Magister en Desarrollo
Guatemala es unos de los pocos países que cuenta con una Ley tan importante como la Ley contra el Femicidio y otras formas de Violencia Contra la Mujer. Estimados lectores y lectoras de esta columna, las y los invito a leer esta importante Ley pues como ciudadanas y ciudadanos no podemos alegar ignorancia de la misma. Esta es una Ley Penal Decreto 22-2008. Esto significa que tenemos 14 años de protección a las mujeres. Pero su aplicación se vuelve tan complicada y difícil, por la poca promoción y conocimiento de la misma.
Otro factor es que la educación hasta el momento, no empodera a las mujeres sobre sus Derechos Humanos irrenunciables. La vida de pareja hasta el momento se sustenta en una serie de mitos y costumbres tan acendradas en la población que no permite a mujeres y hombres tener claridad de sus verdaderos roles: una Mujer, con Derechos y obligaciones y un hombre con Derechos y obligaciones. Pero el caso es que seguimos confundidos.
Cuando una pareja decide unirse en matrimonio, en unión de hecho legal o sencillamente ponerse a vivir juntos. Resulta que con alguna educación, o sin educación tanto el hombre como la mujer, de hecho y por costumbre la mujer se sujeta al hombre voluntariamente. Se pierde la armonía, se pierde la libertad y se pierden los Derechos.
La mayoría de mujeres si estaban estudiando cualquier nivel, abandonan la escuela, algunas hasta renuncian al trabajo e inician el camino de la anulación de sus aspiraciones, pues tratan por todos los medios de no causar ningún sentimiento de descontento de su pareja.
Algunos hombres, apoyan a sus compañeras de vida con hijos o sin ellos y las impulsan a concluir y continuar en sus esfuerzos por superarse, esto generalmente es producto de la educación y de valorar los derechos de hombres y mujeres.
Pero más importante aún es saber que ningún hombre puede reprimir, violentar, abusar, confinar, negar, los Derechos Humanos de las mujeres y menos aún quitarles la vida cuando las mujeres se niegan a someterse a una vida de horror, esclavitud y fuera del apoyo familiar y social.
Las mujeres necesitamos conocer nuestros derechos y solo lo lograremos a través de la educación en los primeros años de nuestras niñas , para crear generaciones que se conviertan en entes promotores y alzar la voz por las que no pueden defenderse.
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