
Un estudio reciente publicado en la revista Nature Communications Earth and Environment, ha llamado la atención de diversos científicos, el estudio indica que los glaciares de Groenlandia han pasado un punto de no retorno, donde la nevada que repone la capa de hielo cada año no puede seguir el ritmo de derretimiento del hielo del verano.
Los científicos estudiaron datos de 234 glaciares en todo el territorio ártico durante 34 años. Es preocupante ya que el cambio climático puede causar diversos impactos a los océanos y zonas costeras como son: inundaciones por el aumento del nivel del mar; estrés térmico por el incremento de la temperatura que contribuye al blanqueamiento de los corales y enfermedades infecciosas; el incremento en la acidificación del océano, la cual disminuye la integridad estructural de los arrecifes coralinos; y el aumento en la intensidad y frecuencia de los huracanes.
Es importante resaltar que los arrecifes son ecosistemas valiosos para Guatemala, aportan sustento a muchas personas, proveyendo de alimento, turismo e ingreso por pesquerías, y además estabilizan las líneas de costa ayudando a minimizar los impactos por huracanes. El cambio climático, creará dificultades para las personas que habitan en la zona costera y que además dependen de los arrecifes.
Por esto, es importante promover acciones de restauración, conservación y manejo integrado de los ecosistemas marino costeros con un enfoque de la cuenca al arrecife y reducir la vulnerabilidad mediante medidas de gestión de riesgo para las comunidades costeras.
El COVID-19 y el cambio climático comparten una similitud marcada: el peor daño solo se evita cuando la sociedad se compromete a tomar medidas decisivas y tempranas frente a una amenaza aparentemente abstracta. Existen varias razones para creer que el cambio climático será aún más difícil de vencer, porque se cree que hay más tiempo para enfrentarlo.