
Mujeres: Compromisos con la vida
Justa de Monney
Magister en Desarrollo
En Guatemala y el mundo la vida recibió un golpe muy duro llamado COVID-19, para la población en general, todos pensaron que pasaría en unas cuantas semanas. Después de tres meses en las cuales especialmente las mujeres, que en este país somos más de la mitad de población, si el censo es cierto, estamos hablando de más de 9 millones de mujeres, quienes en una buena mayoría habían alcanzado por medio de trabajos formales e informales cierta libertad económica y humana, empezaron a sentir la increíble carga de todo.
Cuando digo todo, es todo. Deben responder a todos en casa, las que tienen, pareja, deben estar con la pareja la mayor parte del tiempo, si hay hijos bebés atenderlos, las niñeras o personas que llegaban unas horas, no tienen transporte, los niños, adolescentes y jóvenes que asistían a estudiar fuera de casa, están allí y si es una familia ampliada con abuela, abuelo, tías u otros parientes, allí está la realidad.
Al principio fue como una fiesta, todos felices, mejor si hay cumpleaños, hay pastel, boquitas y felicidad, a medida que el tiempo ha pasado, la fiesta termina.
Y las mujeres que hablaban felices y mantenían el entusiasmo empiezan a cambiar, las tareas se volvieron pesadas, como dar clases, ver que quienes tienen tareas las hagan, que los que ya son adolescentes ya no aguanten a los más pequeños o que los mayores o de la edad media según la OMS, les moleste el ruido, quizá algún instrumento musical o que si hay solo una televisión se disgusten porque no ven su canal favorito.
Es la mujer, quien debe llevar el arbitraje, administrar la comida y el dinero, si hay. Garantizar que los que tienen trabajo, den lo que corresponde, atender a los enfermos y racionalizar la alimentación.