
La cultura maya siempre me ha interesado por sus grandes avances en astronomía. Pero yo quería comprobar por mí mismo si los mayas fueron tan grandes astrónomos como se dice. Entonces hice mi propia investigación y fui descubriendo cosas interesantes. Cosas como que para ellos era importante tener marcadores de las posiciones clave del Sol en el año, como son los solsticios y los equinoccios.
Este marcaje se repite en varias ciudades mayas, lo que descarta que sea una coincidencia. Es importante comprender que hace 2000 años, el Sol, la Luna y las estrellas eran vistos como dioses y no como astros. En esa época, se dedicaba mucho tiempo a observar el Sol, y preparar registros. Algo que es difícil hoy día, porque tenemos internet, información satelital y todo está consolidado en un pequeño dispositivo móvil que nos lo proporciona. El celular. Hoy siempre estamos mirándolo. Es otra era, la de la información.
Porque eran dioses, estaba justificado hacer cualquier esfuerzo para ubicarlos y ofrecerles culto y adoración. Esos marcadores tenían que ser sólidos, de modo que duraran una eternidad. Entonces fueron grandes edificios, monumentos para señalar cada una de las fechas importantes.
Déjenme dar un ejemplo: En Tikal, el 21 de diciembre de cada año, fecha del solsticio de invierno para el hemisferio norte, sale el sol sobre la cresta del Templo III. Pero esto sólo se puede apreciar si uno se para en el cuartito sobre otra pirámide, conocida como Templo IV, que era donde se colocaba el sacerdote-astrónomo maya. Esto elimina la posibilidad de que haya sido casualidad y ha sido documentado en fotografías tomadas ese día por el agrónomo guatemalteco Rolando Amado, quien ha dedicado décadas al estudio de los mayas. En Uaxactún, ocurre lo mismo, un arreglo de edificaciones, fueron construidos de tal manera que el templo central marca la salida del sol en los equinoccios, visto desde donde estaba parado el sacerdote. Otros dos templos, uno a cada lado, coinciden con la salida del sol en los solsticios de verano e invierno. Todo está perfectamente alineado. No es casualidad.