
En una reciente presentación del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), Rebeca Arias, Coordinadora Residente de las Naciones Unidas en Guatemala, expuso la situación del país, debido a esas transformaciones de la naturaleza.
“Guatemala es uno de los 15 países más golpeados a nivel mundial por el cambio climático, lo cual genera grandes costos humanos y materiales, particularmente para las mujeres y las poblaciones que dependen de sistemas productivos tradicionales. Un factor de riesgo muy importante es que solo el 61% de la población tiene acceso a agua potable gestionada de manera segura. Además, el 5% del territorio guatemalteco se encuentra en las categorías de “muy alta” y “extremadamente alta” amenaza por sequía, particularmente en los valles orientales y de la región central. Otra causa de riesgo, tiene que ver con la deforestación, la cual se atribuye a una combinación de factores, incluyendo: la sustitución de bosques por ganadería extensiva; malas prácticas agrícolas; incendios forestales; y asentamientos humanos, producto de la migración o desplazamiento interno. En su conjunto, todo esto ha agravado la situación climática del país, impactando a su vez sobre las condiciones de vida de las personas”.
Rebeca Arias, Coordinadora Residente de las Naciones Unidas en Guatemala
Agrega “pese a que las emisiones de gases de efecto invernadero no son tan altas cuando se le compara con otros países del mundo, lograr mantenerlas o reducirlas conlleva esfuerzos e inversiones colectivas importantes de los diferentes sectores de la sociedad. Por otro lado, lograr que la población en situación de vulnerabilidad sea resiliente a los choques ambientales es un desafío de primer orden en Guatemala -tal como se observó en 2020 con las tormentas tropicales Eta e Iota-”.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible plantea una serie de metas para Guatemala que sólo será posible alcanzar poniendo freno a los efectos del cambio climático. De lo contrario, para el año 2050 se prevén cambios en las condiciones bioclimáticas de más del 50% del territorio guatemalteco, alcanzando un 90% del país para el año 2080
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