
Guatemala es un país multicultural, megadiverso y de muchas tradiciones, entre las que destaca la “quema del diablo”, que se celebra cada 7 de diciembre.
Muchas veces este festejo ha servido para eliminar objetos, residuos y desechos sólidos, que son altamente contaminantes para el medio ambiente.
La contaminación ha causado distintos desastres naturales, y para detenerla, el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN) impulsa la campaña de responsabilidad ambiental por la “quema del diablo”, para hacer conciencia en los guatemaltecos sobre el daño que ocasiona incinerar basura, dispositivos electrónicos, plásticos y químicos, ya que esparcen sustancias tóxicas, como las dioxinas y los furanos.
Quemar artículos inapropiados el 7 de diciembre contamina el aire, suelo y agua. Además, se generan gases de efecto invernadero que ocasionan el cambio climático. Otro riesgo es la manipulación inadecuada de los explosivos, que pueden causar lesiones físicas como quemaduras, problemas auditivos y daños oculares irreversibles, y en casos extremos, discapacidad.

Por ejemplo, algunos cohetes llegan a los 190 decibeles, un nivel superior a lo permisible por el oído humano. Los niños son los más propensos a daños auditivos, porque sus oídos son más sensibles. Lo adecuado para el humano adulto está entre los 70 y 85 decibeles, sin que ocurra algún daño, según estudios de MED-EL, una empresa internacional que se dedica a la investigación de la pérdida auditiva.
Los fuegos artificiales, en exceso, por los componentes químicos y los metales pesados que contienen, también dañan el ambiente, porque se mezclan con el aire y liberan monóxido de carbono, que, junto a las emisiones de los vehículos, industrias, quema de basura y otros gases, dan una sensación de neblina que en realidad es contaminación.
El MARN hace un llamado a la población para vivir las tradiciones con responsabilidad. Es necesario evitar quemar artículos de PVC, plástico, duroport, mantas vinílicas, llantas, aerosoles, aceites, lubricantes, pinturas y solventes, estas sustancias pueden ocasionar efectos de corto plazo en la salud, como ardor en los ojos, irritación de las vías respiratorias y agudizar el asma.

La “quema del diablo” es una tradición, por lo que el MARN invita a que este 7 de diciembre protejas el medio ambiente. Vive las tradiciones con responsabilidad, cuida tu salud, el medio ambiente y los recursos naturales.
Un giro histórico
El origen de esta tradición se remonta a 1738, cuando el rey de España pidió que la noche del 7 y 8 de diciembre la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala se iluminara, en honor a la Virgen de Concepción, según Miguel Álvarez, cronista e historiador de la Ciudad de Guatemala.
En esa época, las calles se iluminaban con luces de cera, desde las 18 horas del 7 de diciembre. “Cuando la ciudad se trasladó al Valle de la Ermita, hay registros de la continuidad de las luminarias, con sentido religioso, por lo tanto, la Nueva Guatemala de la Asunción continuó la tradición”, relata Álvarez.
Con los años, los pobladores dejaron de colocar luminarias de cera y comenzaron a usar madera para prender fogatas, solo el 7 de diciembre, antesala al día de la Virgen de Concepción y la Navidad.

Los guatemaltecos aprovecharon la ocasión para quemar artículos sin uso, lo que propició las grandes fogatas, alimentadas de distintos materiales. El significado del fuego es la “purificación”, y en el siglo XIX, se identificó como la oportunidad de quemar al diablo, por la creencia que “la virgen trae el bien y el fuego aleja al diablo”, recuerda Álvarez. En los 90 surgen las piñatas de diablitos, como una representación exacta de la tradición.
El MARN te invita a conservar las tradiciones y que las vivas con responsabilidad ambiental.