
Durante la temporada de lluvias en Guatemala, la cual se extiende de mayo a octubre, manejar se convierte en una prueba constante de atención, pericia y responsabilidad. El asfalto mojado, los baches ocultos bajo el agua, la niebla repentina y el aumento de manchas de aceite hacen que una simple vuelta en carro o motocicleta pueda terminar en tragedia.
¿Las causas? Muchas veces evitables. Conducir a alta velocidad en pavimento mojado, frenar de forma brusca, ignorar la distancia de seguridad o circular sin luces adecuadas son factores que incrementan el riesgo de sufrir un accidente. Bajo la lluvia, la distancia de frenado se duplica y la adherencia de los neumáticos se reduce considerablemente. A esto se suma la visibilidad limitada que provoca la lluvia intensa o la niebla, lo que dificulta anticipar obstáculos o maniobras de otros conductores.
En el caso de los motociclistas, el panorama es aún más delicado. El agua en el asfalto puede esconder trampas mortales como baches profundos o derrames de aceite. Circular sin equipo impermeable de alta visibilidad, sin casco correctamente ajustado o a velocidades inadecuadas, convierte cualquier trayecto en un acto temerario.
Desde el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) se ha hecho un llamado urgente a la población para adoptar una actitud preventiva al conducir durante esta época. Reducir la velocidad, encender las luces aunque sea de día, mantener una distancia prudente con el vehículo que va adelante y evitar maniobras agresivas son medidas mínimas para garantizar la seguridad vial. En el caso de las motocicletas, se insiste en la importancia del equipo adecuado y de evitar circular si las condiciones climáticas son muy adversas.
Las cifras lo confirman
Los accidentes de tránsito aumentan hasta en un 27 % durante el invierno, según el Observatorio Nacional de Seguridad del Tránsito (ONSET). Pero lo más alarmante es que en casi la mitad de estos casos —exactamente el 49 %— están involucradas motocicletas. El riesgo para quienes manejan estos vehículos livianos se multiplica bajo la lluvia, donde la falta de estabilidad y visibilidad puede resultar fatal. Las estadísticas no son solo números: reflejan vidas perdidas, familias afectadas y sistemas de salud colapsados.
“Prevenir es salvar vidas”
De acuerdo con el personal del IGSS “conducir bajo la lluvia exige un mayor nivel de atención y compromiso con uno mismo y con los demás. Si puedes esperar a que pase la tormenta, hazlo. Si debes salir, que sea con precaución, porque en cada volante hay una vida que vale más que llegar rápido”.
Las lluvias seguirán. Los accidentes pueden evitarse. Está en manos de cada conductor tomar decisiones responsables y proteger no solo su integridad, sino también la de quienes comparten la vía.